Nuevos desafíos en educación

 Vivimos inmersos en un mundo donde la tecnología está presente y es protagonista. Hoy en día, internet, los teléfonos celulares, las computadoras, entre tantos objetos, han modificado nuestra vida para siempre.

 Marc Prensky, escritor estadounidense, creó y desarrolló los conceptos “nativos digitales” e “inmigrantes digitales”. El termino “nativo” se refiere a que podrían considerarse habitantes de otro país o civilización, hasta pareciera que hablan otro idioma.

 Los nativos digitales son aquellas personas que nacieron en la era digital y son usuarios de las tecnologías con una habilidad consumada. Forman parte de la generación que ha crecido inmersa en nuevas tecnologías, donde los teléfonos móviles, los videojuegos, la internet, el mail y la mensajería instantánea integran su vida y su realidad tecnológica. Los rodean los nuevos medios masivos de comunicación que consumen masivamente, desarrollando una manera de pensar y entender el mundo particular.

 Por oposición, define a los “inmigrantes digitales” como aquellas personas nacidas y educadas antes y por fuera del auge de las nuevas tecnologías; provienen de un mundo analógico y desde allí han tenido que aprender a usar los medios digitales.

 Desde lo pedagógico resulta un gran desafío, debido a que las escuelas están configuradas a partir de un mundo analógico. Si reproducimos los mismos métodos que funcionaron en el pasado, estamos condenados a fracasar y provocar el desinterés de los chicos. Debemos comenzar a tomar los elementos que contiene el contexto para promover un aprendizaje donde estén presentes la autonomía y la reflexión crítica.

 Las instituciones escolares deben abrirse a nuevas formas de aprendizaje, desarrollando un entorno motivador y acorde con las nuevas capacidades de esta generación. Esto no significa que todo lo trabajado hasta ahora sea inútil, sino que debemos rever qué es lo que ya prescribió, lo que es útil y cómo se puede asociar a futuras temáticas y conocimientos. Como en toda institución, los cambios suelen ser muy lentos, y hay tradiciones muy instituidas. Es necesario cuestionarnos para qué traemos las nuevas tecnologías, no poner el foco en el soporte o el medio, sino en aquello que nos permite hacer, la complejidad que tiene y qué desafíos plantea.

 La investigadora holandesa José van Dijck trabaja en medios de comunicación y plantea que en las redes sociales existe el botón “me gusta”; este es de popularidad, de adhesión instantánea, pero no existe el de “difícil pero importante” o “esto me cuesta pero tengo que hacerlo”. La escuela justamente debe ser ese espacio de lo difícil pero importante o, acaso, aprender a leer y escribir al principio, ¿fue fácil?

 La escuela constituye una institución valorada por la sociedad, pese a que en este ultimo tiempo está siendo desligitimada y muy criticada. Si no se están haciendo las cosas bien, en vez de destruirla, debemos pensar en cómo podemos fortalecer lo que se tiene que hacer bien. ¿Cómo podemos lograr una escuela más atractiva? Trabajando con la lengua y los nuevos lenguajes. También debemos trabajar en la civilidad, término planteado por Inés Dussel, donde los chicos aprendan a hablar, a escuchar, a conocer la perspectiva de otros, a dialogar con otras generaciones. La escuela y estos tiempos son espacios desafiantes donde se pueden vivir experiencias muy formativas.

Artíiculo escrito por  MANUEL ROCHA 
Lic. en Ciencias de la Educación
Extraído de EDITORIAL SAN PABLO On Line
Edición: Nº 796 - 26 de Abril de 2017 

Pedagogía del silencio - (Educación en el Siglo XXI)

Desde pequeños, nuestros niños están inmersos en un mundo cargado de sonidos, palabras, imágenes y ruidos. Nos vemos invadidos por juguetes infantiles con musiquitas y sonidos muchas veces chillones y de alto volumen que, aunque en algunos casos pueden ser estimulantes, muchas veces son perturbadores.
A su vez nos encontramos sumergidos en las nuevas tecnologías y en las redes sociales desde la primera infancia, así como en los juegos de celulares, tablets, computadoras o consolas y videos de YouTube. En los más grandecitos, el interés por la música los acerca a otros dispositivos, con sus respectivos auriculares, que los aíslan del entorno y los alejan aún más del silencio y la soledad.
Y luego pretendemos que se encuentren sentados en un aula con un docente al frente que habla o escribe con tiza en un pizarrón. O, peor aún, queremos que nuestros hijos reflexionen sobre sus actos y cambien actitudes y, llegada la adolescencia, esperamos ansiosos que tomen decisiones. ¿Cómo lo harán si no han tenido ocasión de sentarse a mirar las nubes? ¿Cómo responder a las preguntas más fundamentales de la vida, si no han tenido tiempo para conocerse a sí mismos?, ¿cómo sabrán quienes son, qué aspiran hacer con sus vidas? ¿No será por esto que tantas veces los encontramos desorientados, haciendo gran cantidad de intentos fallidos aquí y allá?
En las escuelas se hace cada vez más difícil. Los docentes, en cambio de poder desplegar el encanto del conocimiento, pasan sus días rogando silencio, orden, atención. Y cada día, se hará más difícil. Sin duda las nuevas tecnologías entrarán al aula, ya sea por las buenas -con una implementación bien pensada- o a la fuerza, como muchas veces sucede, porque nuestros jóvenes ya no están dispuestos a dejar sus dispositivos en la mochila.
¡Pero necesitamos silencio! Silencio para pensar con claridad, con profundidad. Necesitamos silencio para encontrarnos a nosotros mismos y poder preguntarnos con franqueza quiénes somos, quiénes queremos ser, más allá de nuestros perfiles en las redes donde es tan fácil parecer.
El silencio nos enseña, y esa es la primera premisa a tener en cuenta. Si no hacemos silencio, no podemos escuchar y aprender, no podremos contemplar, ¡que es mucho más que ver! ¡No veremos la luz, no podremos gritar eureka! El situarse silenciosamente ante una realidad (uno mismo, el otro, una cosa, un conocimiento, la naturaleza) y permanecer allí, nos revela el misterio de lo contemplado. Sólo en el silencio y la soledad con lo contemplado se nos abrirán las puertas de su misterio.
La palabra misma debe surgir del silencio: es el silencio el que engendra la palabra cuando lo que se dice está cargado de sentido, de valor, de compromiso.
¿Podrán nuestro jóvenes del ya y del mañana escuchar la voz silenciosa de sus conciencias, reflexionar sobre sus actos y sus vidas, encontrarse en profundidad con el otro, sin mirarse a los ojos en profundo silencio? ¿O los incomodará tanto que siempre irrumpirán con un comentario absurdo para poder superar el estupor que causa encontrarse con el misterio de uno mismo, del otro, de la naturaleza, de la trascendencia, de la voz serena de Dios que los llama a cada uno a su vocación?
¿Cómo responderán a las preguntas frente al espejo de “quién soy”, “qué quiero para mi vida”? ¿Podrán responder con claridad y autenticidad “quién es este otro frente a mí”, “qué quiere de mí”, “qué quiero yo de él”, si no hay silencio y soledad siquiera para hacerse esas preguntas?
Necesitamos urgente implementar una pedagogía del silencio.
La educación, que en nuestro país y en tantos otros de la región, siempre está en crisis y siempre sobre exigida, aquí tiene otra deuda: la pedagogía del silencio. ¡Pero cuánto ganaría en cultivar esta enseñanza, cuánto facilitaría la tarea cotidiana! ¡Cuánto tiempo menos perdería un docente pidiendo atención o silencio o, si acaso fuera un maestro fascinante, cuánto menos tiempo en pensar cada día estrategias novedosas que atraigan el interés de sus educandos y mantengan la atención despierta! ¡Cuánto se ganaría en concentración y cuánto más en conocimiento real adquirido, al hacer una experiencia significativa y cargada con emociones positivas y gozosas!
Toda enseñanza tiene su base en el hogar, en la familia; no pretendemos que la escuela luche sola con esto. Nosotros mismos, aunque hijos de otros tiempos, también debemos cuidar nuestros momentos de silencio.
Pero no queremos decir con esto que nuestras casas o las aulas deban ser lugares silenciosos y solitarios, estilo cementerio, sino simplemente que tenemos que enseñar a nuestros niños y jóvenes que debe haber momentos de silencio, de escucha atenta, de reflexión, de contemplación; que esos no son tiempos muertos o inútiles, sino que justamente son esos momentos los que dan lugar y engendran las palabras, los conocimientos, la música y los ruidos productivos, en los que encontrarán una satisfacción mucho más plena, más real, porque aquello que hagan y que sean lo será de modo más auténtico.
El hogar tiene que ser el lugar donde se aprenda a hacer silencio, a relajarse, a calmarse de tantos estímulos que nos mantienen excitados. Los tiempos de silencio son necesarios para aprender, para conocer y conocerse y para generar un clima de serenidad y de paz. Si logramos esos momentos, serán como oasis de los cuales podrán brotar personas más profundas, sabias y pacíficas.

Artículo escrito por  ADELINA CASAL / DANIEL FERNÁNDEZ 
Prof. de Ciencias. de la Religión / Bachiller en Teología
Ediciones San Pablo (www.sanpablo.com.ar) 

DIJO EL PAPA BENEDICTO XVI A LOS MATRIMONIOS SACRAMENTADOS...

La fidelidad en la pareja no es posible sin la gracia de Dios...

“En nuestros días, mientras por desgracia se constata la multiplicación de las separaciones y de los divorcios, la fidelidad de los esposos se ha convertido en sí misma un testimonio significativo del amor de Cristo, que permite vivir el matrimonio para lo que es, es decir, la unión de un hombre y de una mujer que, con la gracia de Cristo, se aman, y se ayudan durante toda la vida, en la alegría y en el dolor, en la salud y en la enfermedad. 

La primera educación a la fe consiste exactamente en el testimonio de esta fidelidad al pacto conyugal; de ella los hijos aprenden sin palabras que Dios es amor fiel, paciente, respetuoso y generoso.
La fe en el Dios que es Amor, se transmite antes que nada con el testimonio de una fidelidad al amor conyugal, que se traduce naturalmente en amor por los hijos, fruto de esta unión. Pero esta fidelidad no es posible sin la gracia de Dios, sin el apoyo de la fe y del Espíritu Santo” 

SS Benedicto XVI
(Audiencia general, 8 de junio de 2011)

El amor se construye día a día y a partir de las cosas mas simples

Los 10 “nunca” del matrimonio
 
En la relación matrimonial existen varias situaciones que en lugar de contribuir a la armonía del hogar, lesionan a los esposos, dando opción a que se formen pequeñas heridas que en un principio pueden parecer insignificantes, pero con el tiempo, pueden llegar a volverse muy nocivas para la vida de la pareja. Esta es la recopilación de 10 situaciones que ojalá nunca estén presentes en tu matrimonio:


1. Nunca hables mal de tu esposo/a con nadie
La ropa sucia se lava en casa, reza un dicho muy sabio. Es mejor que los problemas se hablen y se resuelvan entre los miembros de la pareja. Involucrar a terceros, puede complicar las cosas, pues aunque la tormenta pase, los miembros de la familia siempre lo recordarán, o peor aún, tomarán partido de forma poco objetiva.
La comunicación sincera y oportuna es la mejor solución. Si lo que se busca es un consejo, es mejor buscar a alguien neutro, ajeno a la familia, de preferencia a un asesor espiritual, terapeuta familiar o alguna pareja con más experiencia y capacidad de orientación.

2. Nunca hables ni pienses en singular
Desde el momento en que ambos dijeron “acepto” se convirtieron en una sola carne y una sola alma. Esto también implica compartir los bienes materiales, por lo que se debes pensar siempre en plural al tomar decisiones importantes, principalmente las que implican dinero. De igual forma, tu lenguaje debe ser coherente con ese compromiso, es decir, hablar en plural cuando se refieren a proyectos o actividades comunes: “nuestra casa”, “nuestro auto”, “fuimos a pasear”, “decidimos dejarlo para después”, etc.
La prioridad debe ser el bienestar y tranquilidad de la familia, antes que las necesidades y caprichos personales de cada uno.

3. Nunca le grites a tu pareja
Los gritos son una falta de respeto que deteriora las relaciones, no son propios del lenguaje del amor. Existen otras formas de expresar los desacuerdos y las diferencias. Además no es el ejemplo que queremos dar a nuestros hijos, ¿con qué autoridad les pediremos después que no griten a su hermano, a sus compañeros o a nosotros mismos? 
“Cuando discutas, no digas palabras que te distancien de tu pareja, pues llegará el día en que la distancia será tan larga que ambos no encontrarán más el camino de regreso.”

4. Nunca te duermas sin haber terminado una discusión
A veces la indiferencia o el silencio parecen resolver los problemas, pero esto no es cierto. La mejor herramienta es la comunicación oportuna, cuando ambos tengan sus pensamientos claros y fríos. Si bien hay que tomarse un tiempo para meditar antes de hablar, no hay que dejar que la discusión termine hasta el día siguiente, pues empeorará las cosas.
Los esposos son un equipo, ambos deben trabajar juntos para resolver sus problemas, en lugar de culparse y agredirse el uno al otro, asimismo hay que aprender a ceder no una, sino muchas veces.

5. Nunca dejes de alimentar el diálogo sincero
En algunos casos los grandes conflictos son consecuencia de callar y dejar pasar pequeños agravios que se viven en el día a día. Cuando algo de tu pareja no te guste (un gesto, una palabra, un comportamiento…) comunícaselo de inmediato y juntos busquen la salida. Solucionar las cosas a tiempo, impide que se alimenten rencores y se agranden los problemas. 

6. Nunca pongas a tus hijos antes que a tu esposo/a.
Si bien es cierto que los hijos demandan atenciones y cuidados de parte de los padres, hay que tener claro que la prioridad es la pareja. Si los esposos están bien, los hijos también lo estarán. La armonía entre los miembros de la pareja genera un ambiente estable y feliz para los hijos.

7. Nunca discutas frente a tus hijos
Los hijos deben ser un factor de unión en el matrimonio. Una pelea frente a ellos no solo les puede generar inseguridad, sino efectos a largo plazo como agresividad, ansiedad y depresión. Si hay algo que discutir, habrá que guardar las palabras para después, buscar el momento y lugar adecuado. 

8. Nunca permitas que tu relación pierda el romanticismo de los primero años
El romanticismo es uno de los aliados por excelencia que tiene la pareja para mantener vivo el amor a través de los años. Es por eso que los esposos no deben descuidarse y menos dejar que otros aspectos les roben el espacio mutuo. Se deben dar tiempo para estar solos, sin los hijos. Cada día debe estar lleno de detalles para volver a enamorar a quien tienen a su lado, resaltando sus virtudes y no sus defectos.

9. Nunca entres en conflicto con la familia de tu esposo/a
La relación con la familia política es la piedra en el zapato de muchos matrimonios. Pero aún en los casos donde por diversas razones no es posible una fraternidad con la familia de origen de tu esposo/a, hay que conservar un mínimo trato de cordialidad y respeto, por el bien de todos.

10. Nunca se olviden de Dios
Por último, pero lo más importante, ubicar a Dios como centro de la vida matrimonial y familiar. Si Dios está presente en la vida cotidiana y en todas las decisiones, con seguridad que el amor reinará en el hogar.

Extraído de LaFamilia.info (Portal de la Corporación CED, red cristiana de apoyo a la familia de Colombia)

La búsqueda del equilibrio en el matrimonio

Basta observar las parejas a nuestro alrededor, inclusive la nuestra, para darnos cuenta que por lo general uno de los esposos tiene habilidades que el otro no tiene                                                                                            


Cuando las habilidades de ambos esposos se integran se producen beneficios maravillosos.
Los seres humanos nacimos para vivir en colectividad, somos seres sociales, lo llevamos en nuestra naturaleza, nos necesitamos los unos a los otros y además cada ser es diferente, no hay nadie elaborado con el mismo molde.
Estas diferencias, como nos pueden alejar, también nos pueden complementar y enriquecer, es más, son necesarias; el mismo problema visto desde diferentes ángulos, tiene mejores soluciones.
Gracias a los defectos de uno y las fortalezas del otro, el matrimonio se puede convertir en una sociedad armónica y efectiva.

Cómo sacar ventaja de las diferencias entre los esposos

El matrimonio es una pequeña empresa, que necesita de varias habilidades humanas para que tenga permanencia en el tiempo, crezca diariamente, se mantenga unida, fortalecida y además genere ganancias.

   Mientras que una persona es cautelosa en los gastos, la otra es derrochadora; mientras que uno es muy nervioso, el otro es más ecuánime; mientras que uno es drástico y autoritario con los hijos, el otro es más flexible; mientras que uno es desordenado, el otro es cuidadoso del orden; mientras que uno es realista, el otro es un eterno soñador; mientras que uno es lento e indeciso para tomar decisiones, el otro es seguro y decidido; mientras que a uno le cuesta socializar, el otro es extrovertido; mientras que uno es bueno para las finanzas familiares, el otro es bueno para la búsqueda de planes vacacionales…
   Dependiendo de la situación, serán necesarias ambas posturas de la vida para lograr un objetivo determinado.  Aquí las diferencias tienen un aire distinto, si son asumidas como un auxilio y no como un impedimento.

Esta estrategia funciona bastante bien, se puede sacar provecho de las diferencias y en lugar de estar lamentándonos y criticar las faltas de nuestra pareja, aprendamos a sacar partido de ello buscando el beneficio personal, matrimonial y familiar.

Fuente: Sembrarfamilia.org

ESOS PEQUEÑOS DETALLES... (imperdible)

Cuando llegué a casa aquella noche, mientras mi esposa servía la cena, la tome de la mano y le expresé: "tengo algo que decirte". Solo se sentó a comer en silencio, yo podía observar el dolor que sentía en ese instante a través de sus ojos. De pronto  ya no sabía como hacer para abrir mi boca...pero tenía que decirle lo que pensaba... "Quiero el divorcio"......le dije lo más suave que pude.


Mis palabras parecieron no molestarle, por el contrario, muy tranquila me pregunto, ¿...por qué...?, evité su pregunta con mi silencio, esto le hizo enfurecer.
Tiró los utensilios y me gritó, ...¡no pareces hombre!... Esa noche, ya no hablamos más. Ella lloraba en silencio, yo sabía que ella quería saber que le había pasado a nuestro matrimonio. Pero yo no hubiera podido darle una respuesta satisfactoria. Mi corazón ahora le pertenecía a Eloísa...Ya no la amaba más, ella sólo me daba lástima.

Con un gran sentido de culpa, redacté un acuerdo de divorcio en el que le daba nuestra casa, nuestro auto y un gran parte de mis pertenencias... Después de leerlo ella lo rompió en pedazos. La mujer que había estado diez años de su vida conmigo ahora era una extraña. Me sentí mal por todo ese tiempo y energía que desperdicio conmigo. Todo eso que yo nunca le podría devolver,...Pero ahora ya no había marcha atrás, yo amaba a Eloísa...

Por fin mi esposa soltó el llanto frente a mí, eso era lo que yo esperaba desde el principio. Verla llorar me tranquilizaba un poco, ya que la idea del divorcio que me preocupaba tanto ahora era más clara que nunca.

Al siguiente día, llegue a casa muy tarde y ella estaba en la mesa escribiendo algo. Yo no había cenado, había pasado un día muy intenso con Eloísa y tenía más sueño que hambre, sin decir palabra me fuí a dormir....

Desperté en la madrugada, ella todavía estaba escribiendo. La verdad no me importo, sólo me acomode de nuevo en la cama y seguí durmiendo.

En la mañana, mi esposa me presento sus condiciones para aceptar divorciarse: 
"...No quería nada de mí, pero necesitaba un mes antes de firmar el divorcio, me pidió que durante ese mes tratáramos de vivir una vida lo más normal posible..." Sus razones eran simples: nuestro hijo tenía unos exámenes muy importantes en este mes y no lo quería mortificar con la noticia del matrimonio frustrado de sus padres.

Esto era algo en lo que yo también estaba de acuerdo. Pero había más, me pidió que me acordara como la cargue el día de nuestra boda. Quería que cada día de este mes, la cargara de nuestro cuarto hasta la puerta de la casa......."pensé que se estaba volviendo loca." Pero decidí aceptar este raro requisito con tal de que este mes pasara sin más peleas o malos momentos.

Le conté a Eloísa de las condiciones que puso mi esposa, ...se rió bastante y pensó que era muy absurdo, y dijo en tono burlón: "no importa los trucos que se invente, tiene que aceptar la realidad que se van a divorciar"...

Desde que le expresé mis intenciones de divorcio mi esposa y yo no teníamos ningún contacto íntimo. El primer día que la cargué se me hizo un poco difícil. Nuestro hijo nos vio y aplaudió de felicidad al vernos y dijo, papá me da gusto que quieras mucho a mi mamá. Sus palabras me causaron un poco de dolor. Desde nuestra habitación hasta la puerta de enfrente caminé como diez metros con ella en mis brazos. Ella cerró sus ojos y me dijo al oído que no le dijera al niño del divorcio. Me sentí muy incomodo, la bajé y ella caminó a tomar el omnibus para ir a trabajar,...Yo manejé solo a mi trabajo...

El segundo día fué un poco más fácil. Ella se recargo ligeramente en mi pecho,...Podía oler la fragancia de su blusa,...Me dí cuenta que desde hacía tiempo ya no le prestaba mucha atención a esta mujer, también me dí cuenta que ya no era tan joven, ...había un poco de arrugas en su cara y su pelo ya mostraba algunas canas. ¡¡¡Ese era el precio de nuestro matrimonio!!! ...Por un minuto me pregunté si yo era el responsable de esto...

Al cuarto día, cuando la cargué, sentí que regresaba un poco de intimidad, ésta era la mujer que me había dado diez años de su vida.

El quinto y sexto día, me dí cuenta que el sentimiento crecía otra vez, ...No le comenté nada de ésto a Eloísa...
A medida que pasaban los días, se me hacía mas fácil cargarla. ...Quizás el ejercicio de hacerlo me estaba haciendo más fuerte.

Una mañana la vi que estaba buscando un vestido para ponerse, pero no encontraba nada que le quedara bién, sólo suspiro y dijo, todos mis vestidos me quedan grandes. Fué ahí donde me di cuenta que por eso se me hacía muy fácil cargarla, ...Estaba perdiendo mucho peso..., estaba muy pero muy delgada.

De repente entendí la razón, es que estaba sumergida en demasiado dolor y había mucha amargura en su corazón. Inconscientemente le toqué suavemente su frente...

Nuestro hijo entró en ese momento y dijo, Papá es tiempo que cargues a mamá. El ver a su papá cargar a su mamá todos los días
se le había hecho costumbre. Mi esposa le dió un fuerte abrazo. Yo mejor miré hacia otro lado por temor a que esta conmovedora imagen me hiciera cambiar de planes. Entonces la cargué, y empecé a caminar hacia la puerta, su mano acarició mi cuello, y yo la apreté fuerte con mis brazos, justo como el día que nos casamos.
Pero su estado físico me causó tristeza. Ese día, cuando la cargué sentí que no me podía ni mover. Nuestro hijo ya se había ido a la escuela. La abrazé fuerte y le dije, nunca me dí cuenta que a nuestra vida le hacía falta algo así.

Me fuí a trabajar.....salté fuera de mi auto sin ponerle llave a la puerta. Temía que en cualquier momento podría cambiar de opinión. De regreso fuí a casa de Eloísa....subí las escaleras muy despacio, cuándo Eloísa abrió la puerta sólo atiné a decir, lo siento mucho pero ya no me voy a divorciar.
No podía creer lo que le estaba diciendo, hasta me toco la frente y me pregunto si tenía fiebre. Quité su mano de mi frente y le dije de nuevo. Lo siento Eloísa, ya no me voy a divorciar, mi matrimonio era muy aburrido porque ni ella ni yo supimos apreciar los pequeños detalles de nuestras vidas, no porque ya no nos amaramos.
 Ahora me doy cuenta que cuando nos casamos y la cargué por primera vez esa responsabilidad es mía hasta que la muerte nos separe.

Eloísa en este momento salió del shock y me dio una fuerte bofetada, y llorando cerro su puerta. Corriendo bajé las escaleras y me alejé de allí.

De regreso a casa, paré en una florería, compré un bonito ramo para mi esposa. La chica me preguntó que le ponía a la tarjeta. Sonreí y escribí, "siempre te llevare en mis brazos hasta que la muerte nos separe"

Esa noche cuando llegué a casa, con las flores en mis manos y una sonrisa en mi cara, subí a nuestro cuarto para abrazar y besar a mi amada esposa, y decirle cuánto la amaba, ...Pero ella ya no podía escucharme, había muerto de tristeza.

Los pequeños detalles son lo que en verdad importan en una relación, no las parrandas con los amigos, no la mejor casa del barrio, no el auto lujoso, ni la abultada cuenta en el banco. Éstos sólo crean un falso sentido de la felicidad, pero nos dejan un vacío en nuestro corazón, y estaremos sólos frente a la vida...

...Tómate todo el tiempo que sea necesario para cultivar tu relación de pareja con esos pequeños detalles que verdaderamente hacen la diferencia...

LOS NIÑOS Y LA SOCIEDAD ACTUAL


por Joaquín Rocha
Psicólogo especialista en Educación para la Comunicación

El que acoge a un niño, me acoge a mí (Mt 18, 5).
“La sociedad ha instalado el culto al dios dinero, la búsqueda del placer y el servicio a su yo, en un feroz egoísmo del todo vale, de la trepa y el triunfo; desnaturalizada ha abrazado el relativismo absoluto y el laicismo y ateísmo galopantes; se ha desprendido de los valores humanos y espirituales; y, desechando la tradición, el amor y la paciencia, como antiguallas inservibles, se rige por la inhumanidad, la agresividad y el olvido” (Lic. Camilo V. Mudarra)

Estas palabras encierran una realidad cuasiapocalíptica, que viene de la mano de avances y progresos tecnológicos que han facilitado la vida de los hombres y mujeres, como así también de guerras y guerrillas entre poderosos que provocan que pueblos enteros sufran hambre y miseria.

Los medios de comunicación, al servicio de algunos, son los dueños de la  manipulación que induce a las personas a valorar más el “tener” que el “ser”.
En medio de esto, en los niños, se produce un proceso de sociabilización que consiste, por un lado, en el influjo que la sociedad ejerce en el individuo; en cuanto proceso que moldea al sujeto y lo adapta a ciertas formas que esa sociedad posee, y, por otro, como feed back, la respuesta del individuo a esos estímulos emitidos por la sociedad a la que pertenece.

La sociabilización comienza desde el momento mismo del nacimiento, aunque  no descarto la génesis en la vida intrauterina. Los sociólogos afirman que se trata de un proceso mediante el cual la cultura se trasmite de generación en generación y donde se hace necesario, para el proceso de personalización, aprender y desarrollar capacidades y habilidades para la adaptación a la vida social. Cada sociedad mantiene sus propias características.

En una primera etapa, este proceso de transmisión cultural se halla en manos del núcleo familiar, gozando, en el mejor de los casos, de una fuerte carga emocional y afectiva que estimula la maduración psico-evolutiva. El niño es lo que los otros desean, debido a que son los adultos o sus mayores cercanos los que asignan las reglas del juego. La identificación es primordial para la sobrevivencia y frente al miedo de dejar de ser querido y/o abandonado.

El nacer y crecer dentro de un medio social dado implica que se aprende a pensar y comportarse de una manera que lleva el sello del medio. Ese entorno no sólo incluye la familia, sino también la escuela, el barrio, y hasta las parroquias a las que asisten. Los amigos, los compañeros, los parientes interaccionan, si bien no directamente, pero dejan huella.

Es necesario aclarar que no es predecible el modo en que un niño será influenciado, ni cuál estímulo actuará en mayor proporción, ni que, en todos los niños, actúan estas influencias por igual.

Los padres y los docentes se encuentran, a su vez, influenciados por esta sociedad, por lo tanto, los valores que transmiten se ajustan a una época de  cambios y transformaciones. Esto implica, a menudo, desencajes que adquieren una importante incidencia en las relaciones entre los padres y los hijos, y en los roles de padre y madre, como así también entre alumnos y  docentes. Los modelos de antaño de familia y escuela han perdido vigencia.

Bien se dice que a “río revuelto ganancias de pescadores”, y, en este desconcierto, los niños ya no conocen el significado y el valor de los límites y del no, y no han desarrollado una capacidad que los ayude a tolerar la frustración, produciéndoles angustia. Ante esto, los padres, optan por lo más fácil y conceden aquello que se les demanda. La presión social es muy fuerte, además del temor de causar algún trama y la culpa de no estar el tiempo necesario con ellos. En esta sociedad del  “compre ya”,  los niños son los primeros representantes.
 

Tanto la familia como la escuela deben enseñar el valor de las cosas y a saber esperar lo que se desea. El deporte instruye que no siempre se gana y que perder, a veces, es bueno, ya que insita a una mejor preparación.

Publicado en la revista on line 
de Editorial San Pablo 
Edicion Nº462 - 09/09/2010 
http://www.san-pablo.com.ar/rol/?seccion=articulos&id=3147